El mercado de la encuesta

El precio de un producto cualquiera, en el mercado libre, es una señal. Si tiende a la baja es señal de que apareció un producto competitivo más barato, o que la gente se está desinteresando de su adquisición, o que pasó de moda, etc. Pero, no importa exactamente por qué causas un precio señala al mercado qué es conveniente hacer: si acopiar determinado producto, deshacerse de él, etc. 
Ahora bien, la política no tiene un sistema de precios como el mercado de bienes y servicios. El único precio conocido en la política es la cantidad de votos que obtiene cierto candidato. Si es caro, es apetecible, mucha gente lo prefiere. Mientras llega el día de la elección hay un remedo del precio: las encuestas. Este precio virtual, aproximado, es lo único que hay para, por ejemplo, armar listas en un partido. Por eso se cotiza tanto el mercado de encuestas, tan propenso al fraude. La "guerra de las encuestas" es la guerra por la exhibicion del mejor precio posible para mi candidato. Un Massa del 28% pesaba más en sus negociaciones que el actual Massa del 12%.Pero, se trata de un "precio virtual", una entelequia que no es el voto real que obtendrá el dia de la elección sino una apoximacion que puede estar más o menos sesgada. Pero, como sea, Massa perdio la guerra de las encuestas. No supo mantener a un grupo de encuestadores de prestigio garantizando, al menos, un precio del 20%. Cuando bajó, perdió irremisiblemente.
Como todo mercado libre, el mercado de las encuestas debería tener penalidades contra los que sistematicamente deforman los resultados. Los clientes no deberían contratar a consultoras desprestigiadas. Pero en el primitivo mercado argentino de encuestas no hay consultoras desprestigiadas. Vemos las mismas caras de siempre en los programas de la TV, los mismos que se equivocaron increiblemente en 2009, como Tito Bacman, siguen dando cátedra. Asi, no sabemos realmente el precio de los objetos politicos y navegamos a oscuras. En esto, también tenemos un Indec que miente.