miércoles, marzo 30, 2011

No tener miedo del chantaje

Uno no quiere que lo confundan con las señoras de barrio Norte que despotrican contra Cristina. Uno se sabe vulnerable a que lo señalen como “gorila” u “oligarca”. Demasiados años de demonización de lo No - Peronista como “antipatria” han calado hondo en nuestra cultura política. Se admite el No- Peronismo de izquierda, el PO por ejemplo, pero nunca el de “centro”, el demócrata liberal. Todos los demócratas liberales, por definición, somos servidores de la Sociedad Rural, Clarin o el Imperialismo.
Me defino como demócrata liberal, porque es la combinación de Democracia y República la que funda un orden liberador. Democracia sin Republica, o sea el gobierno de las mayorías sin respeto a las minoría y sin límites al Poder desemboca en las siniestras Democracias Populares estalinistas. República sin Democracia desemboca en el Despotismo Ilustrado de una elite.
Este Gobierno bordea la Democracia Popular Estalinista. Desembarazado de los elementos conservadores del peronismo originario (no hace falta más que leer la Comunidad Organizada, de Perón) se lanza con alegría infantil y suicida a emular a Venezuela o Cuba, como si esos modelos superaran la eficiencia y el progreso logrado por la Democracia Liberal chilena, que en 20 años bajó la pobreza del 40 al 16%, redujo los homicidios a menos de 2 por cien mil, aumentó extraordinariamente la matrícula universitaria y exporta diez veces más que en 1990. Ese modelo cercano, tan aplicable en la realidad latinoamericana, es ignorado. El primer culpable de eso fueron los propios presidentes chilenos de origen socialista que siempre parecieron vivir con culpa su adscripción al mercado libre. Bachelet corriendo a saludar al líder cubano fue un ejemplo penoso de esa bajeza intelectual. En vez de reflexionar teóricamente, de discutir con los gurkas cubanos y venezolanos sobre el absurdo del Socialismo del Siglo XXI, se encerraron en una práctica sin teoría y perdieron toda posibilidad de influir en el debate latinoamericano. Sería buena cosa que Ricardo Lagos encabece un debate a fondo sobre el futuro de nuestra región.
Pero, a falta de reflexiones teóricas de los que produjeron el milagro chileno, tenemos que arreglárnoslas solos contra el Pensamiento Único que ayer premió a Hugo Chávez en La Plata. Un bochorno, similar al del 2005, cuando el venezolano fue alentado por Kirchner a provocar a Bush, presente en la Cumbre.
El Gobierno, como ayer comentaba un periodista, despliega con impunidad sus errores, sus excesos, sus locuras, porque es el dueño de la escena pública. Es tal la ausencia de pensamiento alternativo que se cree con derecho de premiar a Chávez como apóstol de la comunicación; de bloquear a Clarín con el pretexto de un conflicto gremial; de multar a las Consultoras que publican índices de precios distintos a los del Indec con una ley estalinista como la vieja y casi olvidada Ley de Abastecimiento; de arreglar con Moyano cediendo a lo que pide el sindicalista; de saludar a D´Elia en su acto, con el invitado de honor, el Embajador de Irán -la República Islámica Lapidadora de Adúlteras-; de defender a Khadafy junto a su amigo Chávez; de negociar con Iran el olvido de la Causa Amia; de anunciar más controles a empresas aplicando la mentada Ley de Abastecimiento, etc.
No soy una vecina de Barrio Norte. Pero creo que entre el fascismoestalinismo y este Gobierno hay solo una cuestión de grado. Ya lo dijo su Gurka máxima, Diana Conti: ella “no tiene nada contra Stalin”.
No hay que temer al chantaje de que se nos acuse de “gorilas”, no estoy dispuesto a callarme por ese miedo.

Incidente con un CyberK

En el Blog de Orlando Tambosi nuestros comentarios fueron interrumpidos por un "anónimo" Ciber militante K, que a los insultos intentó bajar linea Cristinista. Vean el incidente en el link

domingo, marzo 27, 2011

El Gov 2.0

Queda claro que para los fundadores del pensamiento libertario, desde los redactores de la Torah hasta los revolucionarios americanos y franceses, el Gobierno es una entidad efímera, dependiente del pueblo, una herramienta de coordinación y ejecución, que no tiene poder propio, sino el que emana de sus mandantes. Sujeto a la voluntad popular que puede cambiar o abolir el gobierno de turno cuando así lo considere.
El Estado Herramienta- mínimo, acotado, con funciones concretas y limitadas – sin embargo, ha desaparecido hace mucho. Vivimos desde Bismark, Lenin, Mussolini, Hitler, Stalin, o Mao la sacralización del Estado- y de sus conductores- como hace siglos no se veía. Ahora es el Estado Omnipotente el que ordena, regula, castiga, prohíbe, sanciona, promueve, subsidia, protege, olvida o perdona. Es lo más parecido a un Dios sobre la Tierra, que se encarga de hacer funcionar la maquinaria social y, peor aun, pretende manejar nuestras emociones, creencias e ideas.
Creo que el paroxismo del Gobierno Intervencionista que aun bajo Constituciones democráticas se alza como el gran ordenador, frente a la “anarquía” de los mercados financieros, está llegando a su fin.
Como siempre, es por el lado menos previsible: el manejo de la información.
Como enseñan Von Mises y Hayek, el precio es el indicador visible de un sistema de información que en forma instantánea comunica las preferencias de las personas. Si un bien sube de precio, es porque la gente lo demanda. Y si baja, es porque la gente ha encontrado un sustituto más conveniente. La intervención del Estado en la economía distorsiona este sistema de información, creando mundos artificiales basados en precios congelados o subsidios y demás protecciones que producen- como la droga- un estado de entusiasmo pasajero, que se paga después con la depresión.
Las tasas bajas crearon una ficticia sensación de auge, se perdieron todos los cuidados, se creo una burbuja incontrolable que estalló hacia 2009. La solución que encontró el estado que creó en problema fue… más intervención, con lo cual se garantiza una próxima crisis. La crisis no la creó la “codicia capitalista” sino a intervención de la FED en el precio del dinero, generando un sobre consumo y una sobre especulación.
El Paradigma está cambiando.
El Estado Interventor- que ignora la realidad de la “calle”, que no puede acceder a los verdaderos deseos de la gente ya que ha alterado el sistema de información que permite la toma de decisiones empresariales con la máxima racionalidad- ha llegado a su límite. Ahora necesita información: teme tomar decisiones autistas. Por eso- y gracias a la increíble tecnología de la Web- se está creando un fuerte fenómeno de “información compartida”: el Gobierno abre sus informaciones (“cuanto cobra el Asesor del subsecretario de Energía”, etc.) a cambio de obtener información de los ciudadanos: colaboración, participación, inteligencia colectiva, gobierno en la Red, evaluación colectiva de propuestas, concursos de ideas, formación de comunidades activas de expertos e interesados, etc. son todos fenómeno nuevos, que hace tan solo cinco años no existían. Cada vez más gobernar se va a asemejar más a coordinar, facilitar, promover la conversación social y cada vez menos a ordenar, controlar, dirigir, sancionar.
Esta es la Revolución que el Gov 2.0- que así se denomina- comenzó y que dará sus frutos dentro de diez años, quizás.
Para ese momento, es de esperar, la crisis energética, el hambre, la ignorancia, serán cosas del pasado. El Gobierno será meramente una herramienta de coordinación y articulación de información para a toma de decisiones. Se terminará el exclusivismo, el secretismo, la tabicación, el cajoneo: millones de ciudadanos interesados escudriñarán cada gestión estatal, cada computadora del gobierno, a fin de señalar la persistencia de prácticas burocráticas, corruptas, erróneas, ineficientes, la pereza o la inactividad. La actividad privada- coordinada entre sí y con el Estado- tendrá al fin la soberanía sobre prioridades presupuestarlas, urgencias, planes, programas, acciones. El clientelismo desaparecerá y los partidos políticos volverán a ser fuente de provisión de buenos funcionarios públicos, articular demandas, debatir propuestas.
Es este quizás un nuevo sueño libertario. Pero vale la pena soñarlo.

viernes, marzo 25, 2011

La Resurrección de Kirchner

Néstor Kirchner murió el año pasado. Antes de eso, el Kirchnerismo había muerto. Eso pensábamos.
Pero como el Ave Fénix, Kirchner, el Kirchnerismo, resucitó y volvió al mundo de los vivos.
Dicen que es por el aumento del consumo. No me lo creo. Los miles de jóvenes entusiastas que militan para el Kirchnerismo, muchos de ellos no peronistas, no están motivados porque ahora pueden comprar su Ipod en 50 cuotas. La clase media urbana que apoyó el alzamiento del campo no se volvió cristinista de pronto, porque ahora hay más dinero circulando.
¿Habrá habido un pacto con el Diablo, como el de Fausto?
Ese pacto, que quizás se tramó en Ultratumba, tiene cláusulas desconocidas , pero en líneas generales imagino que se trata de lo siguiente:
El Peronismo es un animal bicéfalo: es capaz de tener una Cara Derecha (La Triple A, Osinde) y una cara Izquierda (Montoneros, William Cooke). Pero esas dos caras se enfrentaron a muerte en los setenta y ambas desaparecieron con Alfonsín,
En 1985 el peronismo objetivamente había muerto, hundido entre las lastimosas quemas de cajón y el triste espectáculo de un Saadi balbuceante y absurdo frente a un Caputo brillante, hábil, moderno.
Nació entonces el Peronismo Renovador: una versión tibia, socialdemócrata del Peronismo, cercana al alfonsinismo, con el cual tuvo estrechas relaciones.
Nació allí el delirio del Tercer Movimiento Histórico y ese fue el fin del alfonsinismo: había creído encarnar la síntesis dialéctica de radicalismo y peronismo (los dos Movimientos históricos que lo antecedían) y lograr así, rápidamente, unir lo útil con lo agradable (los votos peronistas domesticados y la Democracia bajo la conducción de un nuevo radicalismo, lejano de los aparatos tradicionales)
La muerte del alfonsinismo fue también la muerte del Peronismo Renovador, aplastado por un Carlos Menem en irresistible ascenso.
Menem asesinó aun más, si se puede, al Peronismo con su inconcebible propuesta privatista-desreguladora-neoliberal. La bomba que creó estalló en su sucesión “prolija”, la Alianza, una especie de menemismo con buenos modales, preocupado – como Chacho Alvarez decía- no tanto por la sustancia de la propuesta económica del menemismo sino por las rudas maneras del riojano y su insaciable ansia de enriquecimiento ilícito. La Corrupción era el monstruo a vencer, no el Neo liberalismo.
La bomba no dejó a nadie inocente: todos habían contribuído al enorme desastre de 2001: peronistas, menemistas, alsogaraistas, radicales, frepasistas. Nadie se salvaba del naufragio del “que se vayan todos”.
No se fueron todos.
De algun pliegue remoto de la realidad el Peronismo reapareció de la mano de Nestor Kirchner. Su propuesta no era el Peronismo Renovador, ni el Menemismo, ni la buena letra de la Alianza. De alguna forma la Cara Izquierda del peronismo reapareció, cuando nadie la recordaba. Los setenta entraban en Casa Rosada.
Pocos lo tomaron realmente en serio, sobretodo cuando Kirchner gritaba mucho, pero terminaba haciendo buena letra.
Inflación corrupción, crisis energética, una Sucesora débil y dependiente y la crisis con el campo se combinaron para destruir al Kirchnerismo, hecho concretado en el escualido 33% de votos que obtuvo en 2009.
La mesa estaba servida: los oportunos dirigentes peronistas lo acompañarían hasta la entrada del cementerio, nada más. En 2009 todos fantaseábamos con el fin inminente del Kirchnerismo y en como se irían yendo sus diputados, senadores y gobernadores hacia el nuevo foco de poder peronista, el Peronismo Federal.
Pero mientras tanto, como un Ejercito Montonero en Operaciones, el Kirchnerismo, con los jirones de poder parlamentario que aun le quedaban hasta el 10 de diciembre de 2009 fue votando leyes estructurales una a una y retomando la iniciativa. Y de una forma increíblemente astuta se apropió de un espacio cultural de enorme atractivo para jóvenes de clase media: casi todos los actores, cantantes, escritores, artistas plásticos, deportistas, muchos periodistas, productores de televisión armaron un espacio de “apoyo cultural” al Kirchnerismo.
Aun así, todos nos solazábamos con el fin inminente de esta extraña fiesta que fue el Kirchnerismo: una mezcla inconsistente de negocios, lenguaje de barricada, incapacidad de gestión, quiebre de códigos básicos de convivencia democrática, agresiones absurdas a EEUU y Europa, alianza con Chávez, destrucción del Indec, inflación descontrolada, falta de inversión extranjera, inseguridad, y , ya en la ultima semana, el asesinato de un militante de izquierda por la patota sindical socia del Gobierno.
Pero Kirchner tenía una carta oculta, un AS impensado: su muerte.
Su muerte, simbólicamente, reconstituyó en pocas horas un Nuevo Kirchnerismo, la resurrección de un proyecto ya en coma, en un proyecto con futuro, con jóvenes que se creyeron la leyenda de los setenta y parecían dispuestos a repetirla, esta vez pacíficamente.
Este proyecto reconstruye el Peronismo Bicéfalo, la creación de Perón cuya supuesta “magia” consistía en ser el arbitro del conflicto interno.
El Nuevo Peronismo Bicéfalo se constituye con una conducción estratégica que corresponde a la Cara Izquierda pero que pacta con la Cara Derecha (el aparato sindical, los intendentes del Conurbano, los gobernadores semifeudales) una convivencia razonable para ambos. Mr. Hyde y Mr. Jekyll han hecho las paces y se disponen a adueñarse del poder por décadas.“Vamos por todo” es su consigna. En vez de Montoneros asesinando a Rucci, ahora es Cristinismo pactando con Moyanismo, bajo la apariencia de supuestos enfrentamientos. Mientras, como siempre, los analistas afirman rápidamente que el enfrentamiento Moyano-Cristina es la gran revelación, la clave, ambos, las Dos Caras del Peronismo Renacido, han pactado un compromiso de no agresión, ya que se necesitan mutuamente. Y se ríen de los analistas.
Ese es el Pacto con el Diablo que Kirchner tramó, y que su muerte facilitó: recrear el Peronismo como una formidable máquina de poder, sobre la comsigna de no repetir el enfrentamiento a tiros de los setenta que casi termina con él.
Se trata de una ingeniería política de alta complejidad, no apta para periodistas: incluye apretadas, listas colectoras, paros sindicales, armado de listas “para los negritos”, como dice Moyano, argucias judiciales. Pero nunca sangre y nunca quebrar el Pacto.
La Triple A y los Montoneros han hecho las paces. Ese es el pacto diabólico.

lunes, marzo 14, 2011

La matanza de los inocentes

Los tres judíos de menos de diez años asesinados a cuchilladas en Itamar no han conmovido a nadie. Esperé algun comentario en la prensa, alguna columna indignada, un repudio. Nada. Esperé a que las Abuelas, tan sensibles a la muerte de niños hubieran publicado su indignación. Nada. Solo tres judíos menos, en la larga historia de persecuciones.
Esperé que Rodríguez Zapatero, que Cristina de Kirchner, siempre rápidos a la hora de condenar a Israel digan algo. Nada.
Quizás no sucedió, pensé yo. Como siempre, como en el Gulag, como en la Cuba fusiladora, estas víctimas han muerto dos veces: una, la muerte real, fría, de la mano de un "angel vengador". Otra, en la conciencia mundial. Nadie los recuerda ya, están dos veces muertos. Solo la buena gente, como Vazquez Rial o Rodolfo Pandolfi han escrito su indignación y su espanto.
Condeno, si vale de algo a todos los buenos pensantes del mundo occidental, desde Galeano a Fidel Castro, de Zapatero a Hebe de Bonafini por su imperdonable olvido (no vaya a ser que sus amigos palestinos se ofendan). Eso sí, no han festejado, como en Gaza. Allí el pueblo- a juzgar por las fotos no eran “milicianos” sino madres de familia y lo más increíble, niños- salió a la calle a festejar su alegría. Allá ellos. Pero que ningún escritor, artista, filósofo, pensador, periodista, político, funcionario haya salido a condenar la masacre de Itamar, no se me olvidará. No merece olvido ni perdón.

domingo, marzo 06, 2011

Conservadores, socialdemocratas y liberales

La polémica desatada por la censura a Vargas Llosa continúa. Anibal Fernández declaró que hay que permitirle hablar al Premio Nobel, pero afirmando, al mismo tiempo que el escritor tiene "un pensamiento profundamente reaccionario".
Es obvio que la confusión de ideas es la reina. Se confunde liberalismo con "reacción".
Ayn Rand supo, hace 50 años, separar claramente las aguas entre conservadores, liberales , socialdemocratas y comunistas.
Los conservadores tienden a diseñar un Estado intervencionista al servicio de grupos empresarios: es el Capitalismo de Estado, donde éste es una herramienta que favorece a ciertos grupos económicos, los que más poder de lobby tienen (industriales vs. ganaderos, por ejemplo)
Los Socialdemocratas proponen un modelo donde los capitalistas están al servicio del Estado, administrado por ellos. Es el "modelo" prevaleciente en occidente: el Estado sanciona, promueve, prohibe, promociona, alienta o destruye sectores enteros de la actividad económica, aliandose con determinados grupos empresariales o creando de la nada "empresarios amigos". Es el reino de la corrupcion, en el que tener "contactos" en el Gobierno es mejor que invertir en mejorar los productos.
Los liberales, por último proponen- quizas ilusamente- crear un capitalismo al servicio de los consumidores. El Estado tiene la central pero limitada función de garantizar la justicia y la seguridad, evitar el fraude.
Es la relacion en el mercado entre productores y consumidores- realizada sin intermediarios, libre, informada por el precio, pactada sin presiones, la que manda. No basta ser aqui "amigo del Ministro": hay que ofrecer productos de calidad a precio que la gente esté dispuesta a pagar, es la "destrucción creativa", mediante la cual los recursos mal utilizados se reorganizan en nuevas combinaciones, es el mundo en el cual empresarios ineficientes son desalojados del mercado, reemplazados por empresarios más inteligentes o trabajadores.
Este modelo - dificilmente hallable en la realidad en estado "puro"- es el que los liberales imaginamos, el que -aun con sus limitaciones- ha fructificado en los ultimos años en buena parte de Asia y algunos paises de América latina.
Y ese este modelo, revolucionario, al que maliciosamente se ataca como "reaccionario".
Los liberales no somos conservadores, está claro?

martes, marzo 01, 2011

Vargas Llosa censurado por la Intelligentsia progre de Carta Abierta

Horacio González - Director de la Biblioteca nacional- y Ricardo Forster- filósofo cristinista- censuran la presencia de Mario Vargas Llosa en la inauguración de la Feria del Libro.
Seguramente no soportan que el Premio Nobel diga cosas como éstas:


Como todas las épocas han tenido sus espantos, la nuestra es la de los fanáticos, la de los terroristas suicidas, antigua especie convencida de que matando se gana el paraíso, que la sangre de los inocentes lava las afrentas colectivas, corrige las injusticias e impone la verdad sobre las falsas creencias. Innumerables víctimas son inmoladas cada día en diversos lugares del mundo por quienes se sienten poseedores de verdades absolutas. Creíamos que, con el desplome de los imperios totalitarios, la convivencia, la paz, el pluralismo, los derechos humanos, se impondrían y el mundo dejaría atrás los holocaustos, genocidios, invasiones y guerras de exterminio. Nada de eso ha ocurrido. Nuevas formas de barbarie proliferan atizadas por el fanatismo y, con la multiplicación de armas de destrucción masiva, no se puede excluir que cualquier grupúsculo de enloquecidos redentores provoque un día un cataclismo nuclear. Hay que salirles al paso, enfrentarlos y derrotarlos. No son muchos, aunque el estruendo de sus crímenes retumbe por todo el planeta y nos abrumen de horror las pesadillas que provocan. No debemos dejarnos intimidar por quienes quisieran arrebatarnos la libertad que hemos ido conquistando en la larga hazaña de la civilización. Defendamos la democracia liberal, que, con todas sus limitaciones, sigue significando el pluralismo político, la convivencia, la tolerancia, los derechos humanos, el respeto a la crítica, la legalidad, las elecciones libres, la alternancia en el poder, todo aquello que nos ha ido sacando de la vida feral y acercándonos –aunque nunca llegaremos a alcanzarla– a la hermosa y perfecta vida que finge la literatura, aquella que sólo inventándola, escribiéndola y leyéndola podemos merecer. Enfrentándonos a los fanáticos homicidas defendemos nuestro derecho a soñar y a hacer nuestros sueños realidad.En mi juventud, como muchos escritores de mi generación, fui marxista y creí que el socialismo sería el remedio para la explotación y las injusticias sociales que arreciaban en mi país, América Latina y el resto del Tercer Mundo. Mi decepción del estatismo y el colectivismo y mi tránsito hacia el demócrata y el liberal que soy –que trato de ser– fue largo, difícil, y se llevó a cabo despacio y a raíz de episodios como la conversión de la Revolución Cubana, que me había entusiasmado al principio, al modelo autoritario y vertical de la Unión Soviética, el testimonio de los disidentes que conseguía escurrirse entre las alambradas del Gulag, la invasión de Checoeslovaquia por los países del Pacto de Varsovia, y gracias a pensadores como Raymond Aron, Jean-François Revel, Isaiah Berlin y Karl Popper, a quienes debo mi revalorización de la cultura democrática y de las sociedades abiertas. Esos maestros fueron un ejemplo de lucidez y gallardía cuando la intelligentsia de Occidente parecía, por frivolidad u oportunismo, haber sucumbido al hechizo del socialismo soviético, o, peor todavía, al aquelarre sanguinario de la revolución cultural china.


De entonces a esta época, no sin tropiezos y resbalones, América Latina ha ido progresando, aunque, como decía el verso de César Vallejo, todavía Hay, hermanos, muchísimo que hacer. Padecemos menos dictaduras que antaño, sólo Cuba y su candidata a secundarla, Venezuela, y algunas seudodemocracias populistas y payasas, como las de Bolivia y Nicaragua. Pero en el resto del continente, mal que mal, la democracia está funcionando, apoyada en amplios consensos populares, y, por primera vez en nuestra historia, tenemos una izquierda y una derecha que, como en Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Colombia, República Dominicana, México y casi todo Centroamérica, respetan la legalidad, la libertad de crítica, las elecciones y la renovación en el poder. Ése es el buen camino y, si persevera en él, combate la insidiosa corrupción y sigue integrándose al mundo, América Latina dejará por fin de ser el continente del futuro y pasará a serlo del presente.


Es lamentable que los gobiernos democráticos, en vez de dar el ejemplo, solidarizándose con quienes, como las Damas de Blanco en Cuba, los resistentes venezolanos, o Aung San Suu Kyi y Liu Xiaobo, que se enfrentan con temeridad a las dictaduras que sufren, se muestren a menudo complacientes no con ellos sino con sus verdugos.

Detesto toda forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del Medio Oriente. Nada ha contribuido tanto como el nacionalismo a que América Latina se haya balcanizado, ensangrentado en insensatas contiendas y litigios y derrochado astronómicos recursos en comprar armas en vez de construir escuelas, bibliotecas y hospitales.
No hay que confundir el nacionalismo de orejeras y su rechazo del “otro”, siempre semilla de violencia, con el patriotismo, sentimiento sano y generoso, de amor a la tierra donde uno vio la luz, donde vivieron sus ancestros y se forjaron los primeros sueños, paisaje familiar de geografías, seres queridos y ocurrencias que se convierten en hitos de la memoria y escudos contra la soledad. La patria no son las banderas ni los himnos, ni los discursos apodícticos sobre los héroes emblemáticos, sino un puñado de lugares y personas que pueblan nuestros recuerdos y los tiñen de melancolía, la sensación cálida de que, no importa donde estemos, existe un hogar al que podemos volver.

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